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Estados de agua y equipos congelados
La naturaleza nos enseña los tres estados físicos del agua: líquido (agua), sólido (hielo) y gaseoso (vapor).
Éstas son las tres formas en que el agua puede hallarse en la naturaleza sin que cambie su composición quimica H2O (hidrógeno y oxígeno).
El estado del agua depende de las condiciones ambientales a las que está sometida: la presión a su alrededor y de la temperatura a la que se encuentra. Por ello, manipulando estas condiciones es posible convertir el agua líquida en sólida o gaseosa.
Los equipos son como el agua. Pueden encontrarse en estado sólido, congelados, anclados en los mismos patrones del pasado, difíciles de mover. Pueden estar en estado líquido, como un río, dónde las ideas, las conversaciones y la creatividad fluyen libremente y se alimentan de un espíritu colaborativo. El equipo se adapta rápidamente a los cambios y desafíos que se presentan. Son flexibles y ágiles, capaces de ajustarse a las necesidades del proyecto y de cada miembro del equipo. Al igual que el agua líquida, se expanden para ocupar cualquier espacio disponible, encontrando soluciones innovadoras y persiguiendo nuevas oportunidades.
Pero así como el agua puede transformarse en vapor, el equipo también puede elevarse a un estado gaseoso. En esta fase, las individualidades se disipan y se convierten en un todo armonioso. Cada miembro se convierte en una molécula de vapor llena de energía y entusiasmo. La comunicación se vuelve aún más esencial, como el aire que se mueve de forma invisible pero poderosa. Aunque puede ser difícil mantener la cohesión en este estado, el equipo se apoya mutuamente, fomentando la confianza y el respeto.
Los equipos congelados pueden fluir. Los equipos fluidos pueden elevarse hasta convertirse en moléculas de nuevas formas de pensar y de trabajar. Pero ello requiere en los líderes estar preparados para explorar nuevos territorios.